Tenía razón el latino: “Todavía estás a tiempo”. Estamos a medio verano, y el granadino de asfalto busca a la caída de la tarde un respiro a la canícula. A 15 minutos de la capital hay un lugar que solo disfrutan los privilegiados que han conocido el sitio por el procedimiento boca-oído, porque es el procedimiento más solvente de encontrar la terraza del Hotel Zerbinetta de Dilar. El devoto puede hacer una visita previa a la Virgen de las Nieves, patrona de Dilar y Sierra Nevada, cuya ermita está a tiro de piedra. Otra sorpresa del hotel es el amplio aparcamiento que recibe al visitante. Una ligera cuesta abajo lleva a una refrescante acequia y una espléndida y fresca terraza a la caída de la tarde, parcialmente cubierta por unas centenarias encinas que dan al paraje un toque especial. Y vamos a las cervezas; temperatura ideal, pero se echa en falta la 0/0 de grifo. El tinto de verano, bien servido con el toque de una rodaja de limón,que no es usual. Las albóndigas de la tapa son francamente mejorables. La carta demasiado larga para nuestro gusto. Preferible más corta y más atractiva. En la duda, nos inclinamos por la parrilla: un churrasco de ternera para dos jubilados fué suficiente. Quizá la guarnición más jugosa que la propia carne, un poco pasada de brasas. Si la cuenta entra dentro de lo razonable, se puede asegurar que la visita es positiva. Estos días de canícula uno va buscando buena temperatura y tranquilidad. Habrá otros momentos para valorar la calidad de la cocina.
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