Solo para poder ver el interior de este palacio merece la pena aloj****. Edificio del S.XVI perteneciente a Don Juan de Valdivieso. Casi un laberinto por la cantidad de escaleras y recovecos, encantador. En cada rincón un detalle. La habitación en el tercer piso, sin ascensor, la ventaja es el silencio. Para una sola persona suficiente, el baño pequeño. Las señoritas de recepción super amables.
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