En primer lugar, la recepción se encuentra en un 5 piso de lo que parece ser un antiguo hotel fuera de uso. Para acceder hay que entrar por una puerta metálica, ubicada en un patio estrecho que más parece un patio de vecinos medio abandonado. El alojamiento se ubica en un edificio viejo y destartalado, a unos 100 metros de distancia, en un tercer piso sin ascensor que presenta unas escaleras, barandillas, etc. desastrosas. Una vez en la habitación, no hay toallas. Comunicada la falta a recepción, sin mucho interés, dicen que las llevarán posteriormente. A la vuelta, a media tarde, las toallas siguen sin estar en la habitación. Hemos tenido que ir personalmente hasta la recepción y, tras muchas pegas y un par de consultas telefónicas que hizo la recepcionista, cuando manifesté que no me iría de allí sin toallas, finalmente me puso en los brazos unas toallas que tuve que trasladar yo mismo por la calle, hasta el alojamiento. Las habitaciones, efectivamente, modernas y agradables, no obstante eso, por sí mismo, no hace de este lugar un alojamiento recomendable. En nuestro caso, verdaderamente nefasto. Ni volvería, ni lo recomendaría.
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