Llegamos de casualidad, un día de lluvia en pleno julio. El lugar nos sorprendió desde un inicio. La amabilidad de todos los trabajadores del hotel merece un 10. El edificio es pintoresco y monumental (muy bien mantenido), conserva ese aire de principios de siglo, que es parte de su encanto. Los bellos salones y los pasillos, te trasportan en el tiempo. Las habitaciones enormes, corresponden a la parte más reformada del hotel. Cama comodísima de 2x2, cuarto de baño inmenso, suelos de madera...todo en consonancia con el edificio. Cenamos en el restaurante del hotel, que realiza un menú muy agradable, pese a no ser perfecto. El desayuno también merece un notable, al igual que el servicio de bar. En definitiva disfrutamos nuestra estancia. Pensamos que la relación calidad precio es excepcional y ya queremos volver. No es un hotel moderno, es dormir en un edificio con mucha historia, pero muy bien conservado y muy cómodo. En definitiva nos ha gustado mucho!!!.
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